martes, 23 de abril de 2013


LA BIOTECNOLOGÍA Y CULTIVOS TRASNGÉNICOS LLEGARON PARA QUEDARSE
Jorge Vázquez Gómez


Agradezco los comentarios que hace el Dr. Rogelio Lépiz Ildefonso a mis artículos de transgénicos. El Dr. Lépiz es un reconocido investigador en frijol por sus trabajos en México, Sud y Centroamérica. A su vez, expresa su opinión sobre los transgénicos que reproduzco:

“Leí con mucho interés el artículo de Jorge Vázquez. Nuevamente sale a la palestra el tema de los transgénicos. En primer lugar, deseo reconocer la buena información y criterio de Jorge sobre el tema. Como lo he expresado en mis conferencias: Los puntos críticos sobre el uso de los transgénicos, son tres: inequidad, inocuidad y escape de genes. La inequidad consiste en que las instituciones o empresas nacionales, no podrán competir con las empresas poderosas como Monsanto, en la producción y comercialización de semillas de híbridos tradicionales o transgénicos; Monsanto, Pionner, Syngenta y otras, seguirán adueñadas del mercado nacional e internacional de semillas especialmente de maíz. Más en México, donde INIFAP tiene apenas tres o cuatro mejoradores de maíz sin recursos, en comparación con Monsanto, que registra 40 con todos los apoyos requeridos. En el punto de inocuidad, hasta ahora no hay información contundente y suficiente que demuestre que el consumo de alimentos elaborados con cultivos transgénicos, es nocivo a la salud humana; en este punto, hace falta más información y en todo caso, vale la pena seguir el principio "precautorio" de la reunión de Cartagena, Colombia, apoyado por la FAO. En el tercer punto relativo al escape de genes y especialmente en maíz, planta de polinización cruzada por tener los sexos separados y por la movilidad del polen a través del viento e insectos, sin duda esto ocurrirá. Es decir, los transgenes se transportarán el polen y contaminarán a variedades criollas y especies emparentadas como el teosintle; si los genes llevan la resistencia al glifosato, esta característica se pasará a las variedades criollas o teosintle. En relación al gen terminator, que hace su efecto esterilizante en la F2, está prohibido su uso en la generación de híbridos tradicionales o transgénicos; es decir, se supone que no se utilizará. Sin duda la ingeniería genética o tecnología del ADN recombinante, es una herramienta poderosa para ubicar y transferir genes de interés entre especies muy diferentes, que abre una nueva y corta ruta en el mejoramiento genético de plantas para una mayor producción de alimentos, pero que como toda nueva tecnología, tiene sus riesgos, riesgos que habrá que conocer y manejar debidamente”.

 

Guste o no, la tecnología y cultivos transgénicos, llegaron para quedarse y están llamados a jugar un papel trascendental en la producción de alimentos actual y futura del mundo. Sin embargo, sus beneficios y riesgos han generado una gran controversia en especial en aquellos cultivos de consumo humano directo y cotidiano que ponga en riesgo la salud de las familias que las ingieren, como los granos, frutas, verduras, legumbres, etc., algunos alimentos transgénicos ya están disponibles en el mercado y otros lo serán en el futuro.

Dentro de estos sobresale el maíz, para los países cuyos habitantes lo usan como base de su dieta diaria y en mayores cantidades que otros alimentos. Por ejemplo, una familia del nivel medio formada por 6 miembros consume al menos 2Kg de tortillas al día todo el tiempo, pero no ingiere tal volumen en pan, arroz, frijol, tomate entre otros. Esta cantidad de maíz es mayor en las familias rurales, que además son las más numerosas y vulnerables.

Esta tecnología transgénica sumada a todos los adelantos acumulados en la agricultura y el desarrollo tecnológico, permitirán a la sociedad mundial enfrentar con más posibilidades de éxito el reto que significa una población creciente con recursos naturales disminuidos o alterados, en especial el suelo y el clima.

Se conoce que la transgénesis en plantas se da en forma natural vía la polinización y que la alteración drástica e intensa de la estructura genética también ocurre vía mutación, pero ambos procesos suelen ser lentos o muy raros y muchos de estos nuevos organismos formados desaparecen dentro del proceso de la selección natural.

Pero la tecnología transgénica es un proceso violento en cuanto a la rapidez e intensidad del cambio, formando organismos tan drásticamente diferentes que la naturaleza nunca lo hará. Así, mediante esta técnica es posible incorporar genes de una especie a otra muy distinta como se está dando el intercambiar genes animales o microorganismos a las plantas y viceversa. Además formar un nuevo individuo transgénico lleva la mitad o menos del tiempo que requiere la técnica mendeliana que en caso del maíz lleva unos 8 años de investigación tradicional de selección y cruzamientos.

Así, mientras el mejoramiento genético tradicional suele transferir todo el genoma completo de un individuo, donde se involucran todos los genes deseables y no deseables, la ingeniería genética modifica a un individuo en forma muy precisa, trasfiriendo a uno o un limitado número de genes donde cada uno codifican una proteína que controla una función de la célula. Y que este gen y su efecto son heredados a su descendencia como sucede con el mejoramiento mendeliano.

Para lograr esto, la transgénesis requiere de la intervención de herramientas tecnológicas novedosas como la ingeniería genética, la biotecnología y la biología molecular.

Así, la ingeniería genética permite la inserción de un gen extraño y diferente en el genoma de una célula huésped proveniente de una planta, animal o microorganismo, cuya expresión en el nuevo individuo lo hace diferente. Éste conserva todo el genoma de la célula que provino y solo se diferencia por el efecto del gen o genes implantados. Por ejemplo, en el caso del maíz, algodón, u otro cultivo, este tiene todas las características heredadas de sus ancestros pero presenta una resistencia a un herbicida o plagas específicas que no tienen las plantas comunes. Por ello, una planta transgénica es exactamente igual a una normal, en cuanto a su fenotipo y rendimiento, ya que la alteración recibida es a nivel molecular y de genes que no intervienen directamente en la producción de la cosecha. Sin embargo, los nuevos genes que se anuncian trasferir como para imponer resistencia a sequía, suelos ácidos, fijación del nitrógeno atmosférico, adaptación a suelos pobres, más a los actuales con resistencia a plagas y herbicidas, la suma de sus efectos permitirán que los genes responsables del rendimiento puedan expresarse mejor.

Es cuestión de tiempo, pero en el futuro la transgénesis también permitirá incorporar genes que modifiquen el número y tamaño de la mazorca, la eficiencia fotosintética, el número y peso del grano y su calidad nutritiva, el producir vacunas y otros rasgos más que beneficiarán a la cantidad y calidad de las cosechas y la alimentación humana. Algo semejante sucederá en la producción animal.

Pero es también preocupación de los defensores de la salud humana, que este gran número de genes que conformarán los cultivos y animales del futuro tengan un mucho mayor efecto a los consumidores que hasta hoy solo han sido señalados daños a mariposas y ratones y modificaciones al salmón, es decir a organismos relativamente más frágiles que el ser humano. A la vez, el tiempo transcurrido en el consumo de maíz transgénico en función de la larga vida del hombre es muy corto y el número de transgenes es pequeño (ahora solo dos), como para concluir con certeza que los alimentos transgénicos son inocuos.

Estas nuevas tecnologías tienen alto riesgo de formar individuos con defectos como recientemente se publicó que en Nueva Zelanda se produjo una vaca transgénica sin cola. Recuérdese también que para producir animales clonados, tal es el caso de la oveja Dolly, se realizaron 297 experimentos, de los cuales solo uno tuvo éxito y la gran mayoría murieron, nacieron deformes o muy débiles para sobrevivir y la clonación es una herramienta de la biotecnología y ésta es coadyuvante importante de la transgénesis.

Autores reconocidos como el Dr. V. Villalobos, en su libro: “Los transgénicos” (2008), señalan la existencia de productos biotecnológicos y transgénicos que ya existen en el mercado internacional.

Para la salud humana: Insulina para diabetes, interferón para tratar el cáncer, la vacuna contra la hepatitis B, vacunas recombinantes y la terapia genética.

Para el medio ambiente: Formación de microorganismos transgénicos que degradan el plástico, petróleo y metales pesados, entre otros incluyendo la descontaminación ambiental y la elaboración de plástico biodegradable.

Para la agricultura: cultivos transgénicos (maíz, algodón, soya, cánola), la clonación de individuos superiores, variedades precoces, paquetes tecnológicos para detectar fitoenfermedades, biosíntesis de ingredientes activos, la reducción de pérdida poscosecha, la mejora de la calidad de los productos y la caracterización y conservación de germoplasmas para preservar la variabilidad genética.

Para la producción animal: la caracterización del ganado por marcadores moleculares, la confirmación de la  paternidad, hormonas del crecimiento, la manipulación de genes asociados a la calidad de la carne, el mejoramiento genético asistido, el trasplante de embriones, la clonación de animales sobresalientes, el aumento de contenido de caseína de la leche, el desarrollo de vacunas recombinantes para New Castle, fiebre porcina clásica y peste bovina, la creación de animales transgénicos para obtener productos industriales u órganos para trasplante.

Para la producción pesquera:

La biotecnología ha permitido el incremento de tasas de crecimiento en peces, tamaño, sabor, inducción de la esterilidad (para evitar el cruzamiento de peces transgénicos con normales) en especies como salmones, carpas, tilapias entre otras. También la formación de salmones transgénicos con proteína anticongelante para ampliar su zona de distribución. Actualmente solo existen peces transgénicos en laboratorios, pero no disponibles comercialmente.

EL GEN TERMINATOR QUE ESTERILIZA LA SEMILLA

Llama la atención que quienes ven las ventajas y bondades de los cultivos transgénicos, incluso en sus detractores, omitan hablar o le restan importancia a la tecnología terminator, que hace estéril a las semillas y este rasgo es quizá uno de los mayores riesgos ocultos de los organismos manipulados genéticamente.

La existencia de este gen cuyo polen se disemina libremente y contamina a los maíces normales haciéndolos estériles, es una de las más grandes amenazas a la biodiversidad de germoplasmas del maíz y próximamente de otros cultivos de polinización libre. Esta esterilización además de reducir el número de razas y variabilidad del cultivo, permitirá tener el control total de las compañías dueñas de las patentes quienes cobran por la semilla, tecnologías e insumos requeridos para producir cosechas y quienes no paguen son delincuentes y van a la cárcel. Además hará dependientes a los productores de comprar la semilla fértil de por vida para producir sus alimentos.

Este gen terminator está ahora prohibido, guardado por las transnacionales, pero será usado más adelante cuando así les convenga.

UNA POSIBLE SALIDA

Es evidente que la tecnología transgénica se quedará para siempre, queramos o no, más aun si demuestra inocuidad al consumo y mínimo impacto al medio ambiente, si bien algunos daños colaterales se harán presentes, algo que sucede con otras tecnologías adoptadas. Todo tiene un riesgo y un costo, pero que estos sean mínimos y no masivos.

Para evitar o paliar los riesgos, es conveniente reflexionar sobre las posibles medidas a tomar, algunas pueden ser:

·          Que las instituciones públicas (FAO, CIMMYT, INIFAP, Universidades entre otras) produzcan semillas transgénicas a bajo costo y libre mercadeo pero sin el gen terminator y sin pagar regalías.

·          Que se prohíba por siempre el uso de este gen esterilizador para que los campesinos puedan guardar su semilla para el siguiente ciclo.

·          Que los centros de investigación reproduzcan y liberen continuamente las semillas criollas para quienes quieran cultivarlas y conservar la biodiversidad.

·          Que las compañías dueñas de los transgénicos paguen al productor y gobierno una multa para cada hectárea o tonelada de miel contaminada con ese polen. Previa verificación científica.

·          Que se fortalezca la investigación nacional para que forme maíces y otros cultivos normales de alto rendimiento que compitan con los transgénicos. Un ejemplo ya lo dieron dos empresarios al donar recursos para que el CIMMYT haga mejores maíces no transgénicos.

·          Legislar en materia de transgénesis y otras ciencias y tecnologías asociadas, ya que la falta de leyes al respecto crean huecos que son aprovechados por las compañías aludidas para introducirse al mercado nacional porque no hay legislación específica. Ellos se aprovechan del principio legal: “Lo que no está prohibido, está permitido”.

 

vazquez_gomezj@hotmail.com

 

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