LA
TECNOLOGÍA TERMINATOR
Jorge
Vázquez Gómez
Como es de comprender, la tecnología que lleva a explicar el
funcionamiento preciso y de cómo se conforma el gen terminator es un secreto celosamente guardado y ello deriva que
solo se planteen versiones de expertos que tratan de explicar tal
procedimiento.
El Dr. B. Tokar (1997) aborda tal explicación en su libro “Earth for
sale” (La tierra en venta) y lo comenta en la revista virtual, “Ecologistas en
acción”, No 15, diciembre 1998, España. Él señala que la tecnología terminator, es una patente genérica para
el control de la expresión de los genes de las plantas. El terminator es básicamente un mecanismo suicida genéticamente diseñado
que se puede activar por un estímulo específico interno (por ejemplo cuando la
planta inicia la formación de la mazorca) o externo (cuando el polen que
contiene el gen esterilizante fertiliza los óvulos de la mazorca, polen
proveniente de la misma planta o de las vecinas). Como resultado las semillas
de la siguiente generación se autodestruyen por auto envenenamiento. El agente
desencadenante más utilizado es el antibiótico tetraciclina aplicado a las semillas, la versión principal del terminator consiste en un conjunto de 3
genes nuevos insertados dentro de una planta. Otra versión es que se reparten 2
o 3 genes entre dos plantas que se cruzan por polinización y al unirse inducen
la formación de la sustancia que mata al embrión.
Inicialmente se promovió por la compañía dueña de la patente, que la
tecnología terminator era segura e
inocua y que sus características de las plantas transgénicas no se transmitían
a una segunda generación ni siquiera por polinización cruzada y el tiempo
demostró que esto no es cierto. El polen transgénico si infecta a plantas
comunes, pero en tanto, ganó tiempo y su semilla se siembra ya en más de 110
millones de hectáreas en todo el mundo.
Como ocurre casi siempre en Ingeniería genética, la biotecnología,
entre otras ciencias, los efectos directos o indirectos de un gen son
impredecibles ya que un gen afecta a varios caracteres o funciones y no a uno
solo como se creía antes. Además el efecto de un gen se modifica con la
presencia y función de otros genes que actúan asociados. Por lo tanto no hay
absoluta certeza que los genes que inducen el efecto terminator solo incidan en la esterilización de la semilla. Además,
el coctel de genes que provocan el efecto terminator
aumenta los riesgos que se presenten otros efectos colaterales no previstos,
como nuevas toxinas y alérgenos que aparezcan en nuestra comida y en el alimento
de los animales.
A este posible daño a la salud de las familias consumidoras se suma el
efecto también muy preocupante, que los genes terminator contaminen las bases genéticas de la agricultura,
empezando por los cultivos vecinos de la maleza y especies silvestres
emparentadas, desencadenando tal daño, a manera de una bomba de relojería que
tarde o temprano estallará. El silenciamiento del gen(es) productor del veneno
que de repente manifiesten otros efectos no considerados o un fallo en el
mecanismo de activación del mismo, posibilita tal explosión.
Es más, el gen terminator no
tiene beneficio agronómico productivo, en si, no beneficia ni al rendimiento,
la rentabilidad, ni la calidad del alimento, porque al igual que las otras
características de producir su propio veneno a plagas o resistir a un herbicida
específico glifosato, no están directamente involucrados en el rendimiento.
Aún hay más, la tecnología terminator
está actuando como un caballo de Troya para otras características genéticas que
quieran alterarse, ya sea introduciendo, actuando o suprimiendo cualquier rasgo
que a interés de las compañías involucradas deseen realizar, por ejemplo
pérdida de resistencia de los cultivos a enfermedades o producción de nuevas
enfermedades que solo los transgénicos puedan resistirlas. Como el caso del
herbicida glifosato.
Algo semejante puede ocurrir en los futuros animales transgénicos cuya
carne, leche o huevo, alimentos base de la nutrición de las familias, pueden
llevar sustancias que benefician la salud o que la dañen, según sea la decisión
de tales compañías dueñas de las patentes.
Según datos reportados, entre un 15 o 20% del abastecimiento mundial de
alimentos es por pequeños agricultores empobrecidos que guardan su semilla y
alimentan al menos a 1,400 millones de personas. Por lo tanto protegerlos es un
acto de compromiso y responsabilidad social y ética. Por el contrario el gen terminator solo protege el negocio de
unas 5 compañías, dueñas de las patentes exponiendo a riesgos en la salud de la
población abierta y de esos millones de campesinos que viven de guardar su
semilla. Además que la tecnología terminator,
al no tener valor agronómico, no hay razón para arriesgar la seguridad
alimentaria de los pobres jugando con la ingeniería genética en el campo.
La Revolución Verde de la agricultura de los años 60 y 70 aumentó los
rendimientos de los cultivos y ciertamente coadyuvó a mejorar las condiciones
de alimentación de millones de personas del mundo, evitó las recurrentes
hambrunas y muerte por hambre de países como África y medio oriente, entre
otros. Pero a su vez hizo dependientes a los agricultores de todas partes del mundo,
cada vez más dependiente de costosos insumos químicos que además de caros, han
demostrado tener efectos colaterales que dañan al suelo, agua y medio ambiente
en general.
Ante tales consecuencias cuestionadas de la tecnología de la Revolución
Verde, ha resurgido la opción de la producción agroecológica y sustentable de
corte orgánica, que usando insumos naturales como el biofertilizante, las
compostas, los productos de la lombricultura, los propios rastrojos incluyendo
bioinsecticidas naturales, entre otros, permitan mejorar el rendimiento sin
dañar a los recursos naturales productivos y a precios accesibles e inocuos.
La segunda Revolución Verde prometida por las compañías transgénicas,
amenaza con terminar con la base social de miles de millones de pequeños
campesinos que por cientos de siglos han conservado su semilla y su tradición
de realizar un sistema productivo amigable con su medio ambiente llamado ahora
agroecológico.
Al rechazar a los transgénicos no se rechaza la tecnología per se, sino el que se quiera imponer
una estrategia de manipulación, control y escasos beneficios que además
arriesga innecesariamente la salud y hasta la vida de miles de millones de
consumidores que diariamente la ingieren confiados en una inocuidad que no ha
sido fehacientemente comprobada.
Actualmente la tecnología terminator
está prohibida y no se utiliza. Está guardada para mejor ocasión, cuando las
condiciones sean favorables para reactivarla.
vazquez_gomezj@hotmail.com
Más artículos en:
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