lunes, 8 de abril de 2013


LA TECNOLOGÍA TERMINATOR
Jorge Vázquez Gómez


Como es de comprender, la tecnología que lleva a explicar el funcionamiento preciso y de cómo se conforma el gen terminator es un secreto celosamente guardado y ello deriva que solo se planteen versiones de expertos que tratan de explicar tal procedimiento.

El Dr. B. Tokar (1997) aborda tal explicación en su libro “Earth for sale” (La tierra en venta) y lo comenta en la revista virtual, “Ecologistas en acción”, No 15, diciembre 1998, España. Él señala que la tecnología terminator, es una patente genérica para el control de la expresión de los genes de las plantas. El terminator es básicamente un mecanismo suicida genéticamente diseñado que se puede activar por un estímulo específico interno (por ejemplo cuando la planta inicia la formación de la mazorca) o externo (cuando el polen que contiene el gen esterilizante fertiliza los óvulos de la mazorca, polen proveniente de la misma planta o de las vecinas). Como resultado las semillas de la siguiente generación se autodestruyen por auto envenenamiento. El agente desencadenante más utilizado es el antibiótico tetraciclina aplicado a las semillas, la versión principal del terminator consiste en un conjunto de 3 genes nuevos insertados dentro de una planta. Otra versión es que se reparten 2 o 3 genes entre dos plantas que se cruzan por polinización y al unirse inducen la formación de la sustancia que mata al embrión.

Inicialmente se promovió por la compañía dueña de la patente, que la tecnología terminator era segura e inocua y que sus características de las plantas transgénicas no se transmitían a una segunda generación ni siquiera por polinización cruzada y el tiempo demostró que esto no es cierto. El polen transgénico si infecta a plantas comunes, pero en tanto, ganó tiempo y su semilla se siembra ya en más de 110 millones de hectáreas en todo el mundo.

Como ocurre casi siempre en Ingeniería genética, la biotecnología, entre otras ciencias, los efectos directos o indirectos de un gen son impredecibles ya que un gen afecta a varios caracteres o funciones y no a uno solo como se creía antes. Además el efecto de un gen se modifica con la presencia y función de otros genes que actúan asociados. Por lo tanto no hay absoluta certeza que los genes que inducen el efecto terminator solo incidan en la esterilización de la semilla. Además, el coctel de genes que provocan el efecto terminator aumenta los riesgos que se presenten otros efectos colaterales no previstos, como nuevas toxinas y alérgenos que aparezcan en nuestra comida y en el alimento de los animales.

A este posible daño a la salud de las familias consumidoras se suma el efecto también muy preocupante, que los genes terminator contaminen las bases genéticas de la agricultura, empezando por los cultivos vecinos de la maleza y especies silvestres emparentadas, desencadenando tal daño, a manera de una bomba de relojería que tarde o temprano estallará. El silenciamiento del gen(es) productor del veneno que de repente manifiesten otros efectos no considerados o un fallo en el mecanismo de activación del mismo, posibilita tal explosión.

Es más, el gen terminator no tiene beneficio agronómico productivo, en si, no beneficia ni al rendimiento, la rentabilidad, ni la calidad del alimento, porque al igual que las otras características de producir su propio veneno a plagas o resistir a un herbicida específico glifosato, no están directamente involucrados en el rendimiento.

Aún hay más, la tecnología terminator está actuando como un caballo de Troya para otras características genéticas que quieran alterarse, ya sea introduciendo, actuando o suprimiendo cualquier rasgo que a interés de las compañías involucradas deseen realizar, por ejemplo pérdida de resistencia de los cultivos a enfermedades o producción de nuevas enfermedades que solo los transgénicos puedan resistirlas. Como el caso del herbicida glifosato.

Algo semejante puede ocurrir en los futuros animales transgénicos cuya carne, leche o huevo, alimentos base de la nutrición de las familias, pueden llevar sustancias que benefician la salud o que la dañen, según sea la decisión de tales compañías dueñas de las patentes.

Según datos reportados, entre un 15 o 20% del abastecimiento mundial de alimentos es por pequeños agricultores empobrecidos que guardan su semilla y alimentan al menos a 1,400 millones de personas. Por lo tanto protegerlos es un acto de compromiso y responsabilidad social y ética. Por el contrario el gen terminator solo protege el negocio de unas 5 compañías, dueñas de las patentes exponiendo a riesgos en la salud de la población abierta y de esos millones de campesinos que viven de guardar su semilla. Además que la tecnología terminator, al no tener valor agronómico, no hay razón para arriesgar la seguridad alimentaria de los pobres jugando con la ingeniería genética en el campo.

La Revolución Verde de la agricultura de los años 60 y 70 aumentó los rendimientos de los cultivos y ciertamente coadyuvó a mejorar las condiciones de alimentación de millones de personas del mundo, evitó las recurrentes hambrunas y muerte por hambre de países como África y medio oriente, entre otros. Pero a su vez hizo dependientes a los agricultores de todas partes del mundo, cada vez más dependiente de costosos insumos químicos que además de caros, han demostrado tener efectos colaterales que dañan al suelo, agua y medio ambiente en general.

Ante tales consecuencias cuestionadas de la tecnología de la Revolución Verde, ha resurgido la opción de la producción agroecológica y sustentable de corte orgánica, que usando insumos naturales como el biofertilizante, las compostas, los productos de la lombricultura, los propios rastrojos incluyendo bioinsecticidas naturales, entre otros, permitan mejorar el rendimiento sin dañar a los recursos naturales productivos y a precios accesibles e inocuos.

La segunda Revolución Verde prometida por las compañías transgénicas, amenaza con terminar con la base social de miles de millones de pequeños campesinos que por cientos de siglos han conservado su semilla y su tradición de realizar un sistema productivo amigable con su medio ambiente llamado ahora agroecológico.

Al rechazar a los transgénicos no se rechaza la tecnología per se, sino el que se quiera imponer una estrategia de manipulación, control y escasos beneficios que además arriesga innecesariamente la salud y hasta la vida de miles de millones de consumidores que diariamente la ingieren confiados en una inocuidad que no ha sido fehacientemente comprobada.

Actualmente la tecnología terminator está prohibida y no se utiliza. Está guardada para mejor ocasión, cuando las condiciones sean favorables para reactivarla.

vazquez_gomezj@hotmail.com

Más artículos en: www.vazquezgomezj.blogspot.mx

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