PORQUE LOS MAÍCES
TRANSGÉNICOS NO RINDEN MÁS QUE LOS MEJORADOS COMUNES
Jorge Vázquez Gómez
LA PUBLICIDAD AMAÑADA
Cuando los cultivos transgénicos irrumpieron en el comercio mundial
usando una tecnología muy novedosa, impactante y muy diferente al mejoramiento
tradicional mendeliano, alentó a los científicos, políticos y productores del
mundo como una tecnología que al revolucionar acortando el tiempo y
procedimiento en la obtención de variedades e hibrido de diversos cultivos,
hacían posible el sueño y urgencia de erradicar el hambre, la desnutrición y la
pobreza del mundo, particularmente de los países y poblaciones empobrecidas del
planeta, que sufren recurrentes hambrunas, acendrada desnutrición y elevada
mortalidad. Para aceptar y sembrar las semillas transgénicas, la publicidad se
basó en que elevarían sustancialmente el rendimiento, que abaratarían el precio
de los alimentos, que beneficiaría a la economía de los productores por mayor
cosecha e ingreso y esto estimularía su desarrollo y progreso, de sus familias
y países que los cultivaran.
Enfatizaron en demasía una supuesta superioridad de los transgénicos
sobre los cultivos usuales, tanto en rendimiento como en rentabilidad por
requerir menos agroquímicos y disminuir los costos de producción. Así, estos
cultivos genéticamente modificados (OGM) eran la solución más eficaz y pronta
par resolver la pobreza y el hambre en el mundo y muchos creyeron que así
sería. Y así aparecieron los primeros cultivos transgénicos: la cánola, tomate,
algodón, soya y el maíz, una flor, la petunia y un pez, el salmón, que
maravillaron a los políticos, científicos y productores del mundo.
PORQUE LOS CULTIVOS TRANSGÉNICOS NO
RINDEN MÁS QUE LOS MEJORADOS MENDELIANOS
El supuesto mayor rendimiento de los cultivos transgénicos sobre los
mejorados vía cruzamiento y selección tradicional mendeliana, superioridad que
ha sido intensamente publicitada por las compañías dueñas de estos cultivos
OGM, no es totalmente cierta, incluso raya en el engaño y esto se ilustra con
el caso del maíz.
Recientemente platiqué con el Ing. Rodolfo López Macías, un agrónomo
radicado en Chiapas, que está consolidando su empresa de servicios
agropecuarios. El asistió recientemente al Centro Internacional de Mejoramiento
de Maíz y Trigo (CIMMYT) por Chapingo, donde dieron a conocer los últimos
germoplasmas de maíz más avanzados que están liberando para quien quiera
comprarlos. Como es de esperar asistieron muchas compañías que los adquirieron,
para luego reproducirlos bajo sus marcas respectivas. Entre ellas, estaban las
de Monsanto y otras que producen OGM.
Ahí se comentó que las compañías transgénicas no producen su maíz, es
decir no realizan todo el proceso de formación de variedades e híbridos comerciales,
que les llevaría 8 años en obtenerla, ni el gasto que significa el personal
científico, campos de prueba, laboratorios y demás inversiones requeridas.
Ellos compran los germoplasmas producidos por las instituciones dedicadas a eso
en cualquier parte del mundo. Obviamente compran los mejores genotipos.
A partir de estos germoplasmas, decodifican su genoma, le implantan los
trasngenes seleccionados y lo registran como propias, y se vuelven dueños de su
patente universal.
Esto a su vez indica que la planta transgénica tiene todo su genoma
original, lo único que la hace diferente son los genes implantados para
producir el veneno que mata algunas plagas del maíz y que la hace resistente al
herbicida específico (glifosato). Por lo tanto, su potencial de rendimiento, número
y tamaño de las mazorcas, arquetipo, eficiencia fotosintética, sistema
radicular y su capacidad de absorber agua y nutrientes que son la base del
rendimiento, son las mismas entre maíces mejorados vía mendeliana que los
maíces transgénicos. Luego entonces no existe esa superioridad publicitada de
los maíces OGM.
Esto explica porque el rendimiento obtenido en campo es sensiblemente
igual entre esos maíces comunes y los transgénicos cuando se siembran en
condiciones semejantes de tecnologías, suelo, clima y manejo.
CONCLUSIONES
El oponerse a la siembra de maíz en México, no es cuestión de capricho,
ni de estar en contra del avance de la ciencia y tecnología. Es más, el sembrar
otros cultivos OGM como algodón, soya, cánola, etc., puede hacerse y de hecho
se hace ya en nuestro país, porque no tenemos razas criollas de estos cultivos.
Pero en maíz, que somos centro de origen y poseemos una gran diversidad de
razas y ecotipos diseminadas por todo el país, particularmente en el centro y
sureste del país. Diversidad que se pone en riesgo por su contaminación natural
con polen transgénico, pero sobre todo por el polen que trae el gen “terminator”
que hace estéril a la semilla y que por ahora lo tienen escondido.
Por otro lado, de permitir los transgénicos, llegará el día en que los genotipos
disponibles serán relativamente pocos con alto riesgo que aparezcan plagas o
enfermedades resistentes a los biocidas utilizados que acaben con las cosechas,
como ya nos sucedió con el trigo en Sonora, con las trágicas consecuencias que
ellos significaría.
Es más, este año, se descubrió en la Sepultura ubicada en la Sierra Madre
de Chiapas, un ecotipo del teocintle, un antecesor del maíz actual, considerado
en extinción y se creía que solo existía en la Sierra de Manantlán en Jalisco.
Esto ilustra la gran riqueza y biodiversidad del maíz en nuestro país, que se
pone en riesgo en aras de una superioridad de cultivos transgénicos, que en el
caso del maíz, no existe, al menos en el rendimiento de los genotipos
existentes. Y no estamos hablando de los daños a la salud, que han sido
reportados en ratas, usadas para conocer sus posibles daños en los humanos.
El Dr. Antonio Turrent, un prestigiado investigador agrícola, ha sido
contundente al denunciar que el uso de transgénicos no beneficia al gobierno
mexicano, ni a la sociedad, tampoco a los productores y si daña a la
biodiversidad del maíz. En cambio beneficia y en mucho, a las empresas dueña de
estas semillas. La siembra de OGM es cuestión de negocios no de combate al
hambre y la pobreza.
vazquez_gomezj@hotmail.com
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